Una de las mejores universidades de Londres ha iniciado un ensayo clínico para determinar si un "trasplante de caca" puede ayudar a personas con enfermedad hepática avanzada.
Los pacientes que participen en el ensayo tomarán cápsulas de heces liofilizadas de un donante sano durante 21 meses.
Según los investigadores del King's College de Londres, debería beneficiar a la salud intestinal de los enfermos de cirrosis.
Cuando un hígado sufre lesiones y cicatrices permanentes, desarrolla cirrosis.
La única enfermedad crónica importante que está aumentando en el Reino Unido, según los investigadores del ensayo The Promise, es la enfermedad hepática crónica (EPC).
Además, según sus estimaciones, la EPC es el tercer factor principal de muerte prematura entre los jóvenes.
La enfermedad hace que quienes la padecen sean más propensos a las infecciones, que pueden ser más difíciles de tratar con antibióticos.
Por lo tanto, según los investigadores, podría ser beneficioso cambiar las bacterias "hostiles" que se encuentran en los hígados dañados por bacterias donadas por una persona sana.
Durante el ensayo clínico deberán tomarse cinco cápsulas de heces secas al día durante tres meses.
Los pacientes continuarán este tratamiento durante 21 meses, o hasta que contraigan su primera infección y deban ingresar en el hospital.
El objetivo del ensayo es determinar si disminuyen los efectos secundarios de la cirrosis hepática y si mejora la salud del hígado y del sistema inmunitario.
El investigador principal del ensayo, el doctor Lindsey Edwards, afirmó que las infecciones eran "una sentencia de muerte para los pacientes hepáticos" y que quienes las padecían eran "muy susceptibles" a la aparición de resistencias a los fármacos.
El Instituto Nacional de Investigación Sanitaria y Asistencial del Reino Unido (NIHR) financia el ensayo, que contará con unos 300 participantes.
La técnica resultó viable y segura en un estudio anterior de la misma unidad de investigación.
La investigadora principal del ensayo, la prof. Debbie Shawcross, declaró que las cápsulas no tienen "ni el sabor ni el olor" que su nombre indica y pueden proporcionar una nueva esperanza a los pacientes con cirrosis "que se han quedado sin opciones de tratamiento".
El British Liver Trust, cuya directora ejecutiva, Pamela Healy, apoya el ensayo, cree que el trabajo puede ir mucho más allá del cuidado del hígado.
Esto podría ofrecer una solución que podría ahorrar millones de libras a los sistemas sanitarios de todo el mundo, dijo. "Encontrar formas nuevas y eficaces de tratar las bacterias resistentes es uno de los retos más importantes de la medicina mundial."