Un terreno en la capital de Australia donde Moscú pretendía construir una nueva embajada fue denegado a Rusia por el más alto tribunal del país.
A mediados de junio, el Gobierno rescindió el contrato de arrendamiento a Rusia por motivos de seguridad nacional, lo que dio lugar a un recurso judicial.
Debido a su proximidad al Parlamento -apenas 400 metros, o 0,25 millas-, los expertos advirtieron de que la embajada propuesta presentaba un riesgo de espionaje.
Después de la decisión, un diplomático ruso que había estado protestando cerca del lugar se marchó en un coche de la embajada.
La actual embajada rusa se encuentra a cierta distancia del edificio del parlamento federal de Canberra.
Moscú había adquirido el contrato de arrendamiento de la nueva ubicación en 2008, y en 2011 recibió la aprobación para erigir allí una nueva embajada.
Sin embargo, el 15 de junio de este año, el parlamento australiano se apresuró a aprobar nuevas leyes diseñadas específicamente para poner fin al contrato de arrendamiento.
El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, anunció las leyes, afirmando que los servicios de inteligencia habían proporcionado "consejos de seguridad muy claros en cuanto al riesgo que supone una nueva presencia rusa tan cerca de la Casa del Parlamento.".
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, citó la decisión de Australia de rescindir el contrato de arrendamiento como un ejemplo más de la "histeria rusófoba que se vive ahora en los países del Occidente colectivo".
En la demanda presentada ante los tribunales, Rusia alega que ya ha gastado 8,2 millones de dólares australianos (4,3 millones de libras, 5 millones de dólares.5 millones de dólares) en la construcción, que requiere mucha mano de obra.
Si se permitiera a Australia volver a presentar la solicitud, Rusia afirmaba que se pondría en peligro la integridad de la estructura parcialmente terminada.
El Tribunal Superior de Australia, sin embargo, calificó de "débil" y "difícil de entender" la apelación de Rusia a la sentencia.
La semana pasada, Mr. Albanese declaró la semana pasada que, aunque preveía cierta reacción por parte de Rusia, no le preocupaba la cuestión jurídica. "Últimamente, la aplicación de la ley rusa no ha sido del todo buena."
No prevemos que Rusia esté en condiciones de discutir el derecho internacional, dado su flagrante desprecio del mismo en su invasión de Ucrania. "